15 joyas de la literatura francesa que todos debemos leer (#125)
Quince obras representativas, de todos los géneros de una de las tradiciones literarias que más han contribuido con obras maestras a la historia de la literatura universal.
Como recuerdan, el 9 de febrero de 2023 Mario Vargas Llosa fue incorporado a la Academia Francesa, un acontecimiento inédito tratándose de un autor que no ha escrito ninguna obra literaria en esa lengua, pero a cuya importantísima literatura debe mucho como escritor según propia confesión. Con ese motivo, preparé una lista con 15 joyas de la literatura francesa de todos los tiempos que todos, en mayor o menor medida, deberíamos leer al menos una vez en la vida. Se trata, obvia decir, de obras y autores importantísimos que han trascendido el tiempo y las fronteras y que hoy son universales. Una salvedad que conviene hacer es que, en el caso de Balzac, Zola o Proust, la obra imperecedera es La comedia humana, Los Rougon-Macquart y En busca del tiempo perdido, pero para efectos prácticos se menciona un título, no la obra completa. Si pueden leer las sagas completas, ¡mejor!
1. Gargantúa y Pantagruel (1564), de Rabelais. Joya del humanismo francés y de la literatura universal, compuesta por cinco libros que la edición de Acantilado que aquí se muestra reúne todos. De todas las obras que figuran en esta lista, es la que definitivamente no podemos por ningún motivo dejar de leer por ningún motivo. Uno de ellos: que es una de las obras más divertidas del humanismo renacentista.
2. Los ensayos (1580), de Montaigne, desde que se empezaron a publicar hasta su edición definitiva (que esta edición de Acantilado sigue escrupulosamente) han nutrido las mentes y corazones de cientos de generaciones de lectores por siglos y lo seguirán haciendo cuando nuestros huesos sean polvo. Que nos los desanime su extensión: yo los leí a lo largo de poco más dos años, un par de páginas cada mañana, a manera de oración matinal para empezar el día.
3. Discurso del Método / Meditaciones metafísicas (1637), de Descartes. Como he confesado, mi formación filosófica es pobre y deficiente, pero hay algunas verdades que me son claras e irrefutables; una de ellas, incuestionablemente de que el pensamiento moderno empieza con Descartes, y que leerlo no solo es un imperativo intelectual sino humano, personal.
4. Eugenia Grandet (1834), de Balzac. Balzac es un monstruo de la literatura universal, una montaña literaria que algunos se conforman ascender con algunas cimas, como esta maravillosa novela, pero que alguna vez deberían atreverse con el Everest que es La Comedia Humana íntegra. Con todo, esta preciosa novela debería ser la razón principal para emprender esa tarea ciclópea.
5. La Cartuja de Parma (1839), de Stendhal. Antes que el retrato fidedigno de una Italia previa a la unificación es la reconstrucción de una época de conflictos y guerras (la era napoleónica) que cambiaron Europa para siempre. Una auténtica obra maestra desde cualquier punto que se le mire.
6. El Conde de Montecristo (1845), de Dumas. Aquí nos hemos referido múltiples veces a esta maravillosa novela. Dumas podría haber escrito solo esta obra, y aún así habría alcanzado la inmortalidad. Felizmente, escribió muchas más. El Conde de Montecristo es la mejor de todas, su obra maestra.
7. La señora Bovary (1856), de Flaubert. La novela, como decía Sartre, que inauguró la modernidad literaria de Occidente. La novela sobre la que más se ha escrito (entre ellos nuestro Nobel Vargas Llosa), pero por encima de todo la novela estilísticamente perfecta.
8. Las flores del mal (1857), de Baudelaire. Leo poca poesía, pero esta obra, que al igual que la novela de Flaubert, inauguró la modernidad para la poesía, la leí con la convicción de que hay obras que te marcan para siempre, aunque sea un poema de dieciséis versos. De enorme influencia posterior, es, justificadamente, un hito de la literatura universal.
9. Los miserables (1862), de Victor Hugo. Enmarcada en el espacio temporal entre el fin de la era napoleónica y la revolución burguesa de 1848, es una de las mayores épicas modernas de la literatura mundial y un gran fresco humano y social de una época como pocas veces se ha escrito. Los Miserables es la épica moderna burguesa por excelencia.
10. Germinal (1885), de Zola. Compuesta por 20 obras, cualquiera de las novelas del ciclo de Los Rougon-Macquart habría servido para esta lista. En este caso, elegí Germinal no solo por ser mi favorita sino por la denuncia social que hace de la explotación y opresión obrera. Una obra magnífica, solidaria y muy humana.
11. A la sombra de las muchachas en flor (1919), de Proust. Del ciclo de 7 novelas y poco más de 3000 páginas, esta es mi favorita, la segunda de ellas. Y la última que publicó en vida Proust. Leyéndola es cuando te das cuenta de que leer el ciclo completo de En busca del tiempo perdido es un imperativo que hay realizar una vez en la vida. Definitivamente.
12. La condición humana (1933), de Malraux. Una de las mayores novelas épicas del siglo XX (y una de mis favoritas también). Aunque recrea las luchas de una China precomunista, su mensaje trasciende lo local para convertirse en uno universal sobre el destino del hombre y los avatares políticos y personales que jalonan su existencia.
13. La náusea (1938), de Sartre. La primera y más famosa novela de Sartre y la que se convierte en piedra de toque de todo lo que escribió y preconizó después. Figura aquí por la enorme influencia que tuvo y que aún tiene en muchos lectores que la siguen leyendo con fruición y con algo de convicción, aún, en lo que predicaba: ¡hay que comprometerse!
14. El extranjero (1942), de Camus. Si La náusea figura aquí por su enorme importancia e influencia, con mayor razón esta obra que catapultó el prestigio de su autor y lo puso en la mira del interés de millones de lectores alrededor del mundo. Hasta hoy. El extranjero es una obra maestra que seguirán leyendo nuestros nietos.
15. Memorias de Adriano (1951), de Yourcenar. Una de las tres o cuatro mejores novelas históricas de todos los tiempos. Y un triunfo de la literatura escrita por mujeres. Una auténtica obra maestra. ¡Un librazo!
¡Qué tengan buenas lecturas!