A propósito de un videocomentario de los amigos de la @libreriaoculta en TikTok, voy a aprovechar para hacer algunas acotaciones de mi parte que pueden resultar de interés u oportunas.
El caso de la escritora y de la influencer argentinas que se menciona en el video yo sí lo conocí en su momento. Cuando lo vi, lo primero que pensé es que resultaba increíble que hubiera autoras o autores que confesaran públicamente que le pagaban a influencers para que comentaran su libro. Lo que no se atrevía a decir es si pagaba para que la reseña fuera favorable. Parece que sí, porque cuando la reseña fue adversa la autora hizo el video en cuestión que desató el escándalo.
En ese sentido, no me parece mal que los influencers cobren por su trabajo (en este caso, publicitar un libro) o que las editoriales paguen para que estos muevan o mencionen sus productos en sus redes. El mercado editorial, como cualquier mercado, necesita marquetearse. En lo que sí concuerdo es que este mercadeo no puede pasar por una reseña. Hacerlo es desfigurar por completo el trabajo que hacemos los periodistas, los periodistas culturales, de mediación entre el público y los autores. Por eso siempre, por una cuestión de higiene profesional, hacemos hincapié, aquí y en otros espacios, que nuestro trabajo es esencialmente periodístico, no el de un influencer. O sea, soy un periodista cultural, no un influencer, y mi trabajo es fundamentalmente periodístico. Eso, que quede claro. Y como es periodismo lo que hacemos, periodismo cultural, no mercadeo ni publicidad encubierta o no, NO cobramos. No cobramos ni un sol por nuestro trabajo como si lo hacen otros.
Por otro lado, sí es cierto que, como es nuestro caso, nos dedicamos generalmente a autores extranjeros y a las publicaciones de editoriales de afuera. Pero esto es una verdad a medias. Porque lo cierto es que también dedicamos tiempo y espacio a las publicaciones nacionales cuando estas aterrizan en nuestra mesa de trabajo. Lo que sucede es que son pocas las que llegan, y eso no es culpa nuestra. Esto bastaría para zanjar el asunto, pero voy a agregar algo más.
Cuando creamos esta newsletter o boletín y la enlazamos con nuestra cuenta en X (antes Twitter), quedó bastante claro que nuestro objetivo (target) serían las producciones editoriales de afuera, no las locales. ¿Por qué? Por una sencilla razón que en repetidas ocasiones hemos explicado: existiendo ya varias páginas o sitios (varias de ellas con muchos años de arduo y meritorio trabajo a cuestas como es el caso de Lee por gusto) que se dedican a las novedades editoriales locales, una más no tenía sentido. Resultaba más interesante dedicar una a las publicaciones de afuera. Y eso fue lo que hicimos. Sin embargo, como hemos dicho, eso no significa que no comentemos o reseñemos libros peruanos cuando se ha presentado la ocasión. Y esa ocasión tiene un nombre: cortesías.
Hasta antes de la pandemia, que, como saben, castigó y castiga aún a todas las industrias, incluida la editorial, recibía de éstas o de los autores un promedio de 80 a 90 libros de cortesía al año. Luego de la pandemia, las cortesías se redujeron a cero y recién el año pasado las cosas empezaron a mejorar. Además del Instituto de Estudios Peruanos y el Fondo Editorial de la Universidad Católica, que nunca dejaron de enviarme sus novedades, este año editoriales como la de la Universidad de Lima, el IFEA, Penguin y Planeta han empezado también a hacerlo, lo que nos permite realizar nuestro trabajo y por lo cual estamos enormemente agradecidos. A ellas se suman editoriales de España como Desperta Ferro, Capitán Swing y Libros del K.O. que nos remiten sus novedades en formato electrónico, lo cual, como dije, ayuda muchísimo a realizar nuestro trabao. ¡Gracias! Huelga decir que, a excepción del IEP, para quien realizamos un trabajo de medio tiempo, de ninguna de estas editoriales recibimos algún tipo de estipendio o propina. (A propósito, con Planeta, y esto también hay que decirlo, hemos establecido un sistema de trabajo y colaboración mutuamente beneficioso para todos: periodista, editorial y autores. Si así fuera con todos, esta newsletter tendría más seguidores de los que tiene y las editoriales más potenciales compradores).
Un caso en contrario y sintomático de lo contado es el del Fondo Editorial del Congreso, que hasta antes de la pandemia nos llamaba para que pasáramos a recoger en su local del Centro sus libros recién publicados, después de ésta nunca más volvió a enviar nada ni a llamar (presumo que nos cuentan entre las víctimas de la pandemia). Yo sigo leyendo sus publicaciones, pero no las reseño. No reseño lo que compro, sólo lo que estoy en obligación de reseñar como contraprestación.
Y precisamente en esto radica la principal acotación al videocomentario: el referido a las editoriales independientes. Solo dos (y una librería, SUR) colabora con nuestro trabajo: Acuedi y Vulgata Editores, que cada libro que publica recojo en una y me envían las otras. Para las demás, que son decenas, simplemente no existo. Ellas prefieren trabajar con influencers, lo cual me parece bien y están en su derecho. Pero sí me parece bastante temerario generalizar y decir que solo nos dedicamos al mainstream occidental y desatendemos la producción de las editoriales independientes o locales. Trabajamos con lo que las editoriales, grandes o pequeñas, nos permiten trabajar. No hay, en ese sentido, ‘un desprecio’, mínimo o absoluto, por ningún autor.
En todo caso, para finalizar, me parece primordial en esta discusión dejar bien establecido las diferencias entre el trabajo de un periodista (cultural en este caso) y el que realizan los influencers, que en modo alguno son lo mismo de igual forma que no lo son el de un astrólogo y el de un astrónomo.
Tal vez piensen que era innecesario este boletín, esta newsletter, y menos en domingo. Pero a veces es necesario hacer un alto y ponerse a reflexionar en lo que hacemos y cómo lo hacemos y si está bien seguir haciéndolo así. Este fue el caso.
Feliz domingo y que tengan buenas lecturas.
Excellent and appropriate placement.
Excelente e apropriada colocação.