El país de las mil caras (#156)
La publicación del segundo volumen de la obra periodística del Nobel peruano es el acontecimiento editorial de la semana.
Hace muchos años, en una de las primeras tertulias en línea que promovía el diario El País de España, Vargas Llosa habló en tiempo real con sus lectores que le preguntaron sobre una diversidad de temas, entre los que los de naturaleza política no estuvieron ausentes. A todos respondió, no esquivó ninguna pregunta. En un momento del diálogo virtual, una lectora le dijo que sus novelas le habían cambiado la vida y que no podría vivir sin ellas, pero que cada vez que abría un periódico y leía una de sus columnas, defendiendo a personas o causas indefendibles, ella realmente llegaba a odiarlo. "¿Qué puedo hacer ante este dilema, señor?", preguntó la joven. El escritor le dio la respuesta más sincera y sencilla que alguien, ante esa disyuntiva, podía darle: "Lea solo mis novelas y deje de leer mis columnas", fue su respuesta.
A Vargas Llosa se le podrán criticar muchas cosas, su indeclinable y a veces incomprensible ultraliberalismo, su desapego igualmente incomprensible por la obra de Arguedas, sus ácidas y trasnochadas puyas a la izquierda mundial, su absurdo apoyo a los impresentables líderes de la derecha más cavernaria de este continente, así como su firme e irrenunciable defensa de la diversidad, los derechos humanos y la libertad en todas sus formas que a tantos molesta, e incluso para algunos (entre los que me cuento) su 'traición': luego de pontificar y aleccionarnos durante más de una década contra los males del fujimorismo y el autoritarismo que este encarna, pedirnos que votemos por su heredera sólo para no poner en riesgo el modelo económico que él tanto pondera es algo que todavía nos atraganta. Todo esto y más cuenta en el pasivo de nuestro único Nobel que ninguna persona, mucho menos sus críticos y enemigos que son muchos, le perdonan.
Pero lo que nadie podrá decir en contra de él o poner en duda es su irrenunciable amor por este país. Un amor sincero, conflictivo, difícil como lo son los amores verdaderos. Un amor, una relación, como lo son todos los amores y relaciones prolongadas y sinceras, con sus días buenos y malos, los altibajos infaltables que hacen temer o pensar que hasta aquí nomás llegó todo, un amor de esos tóxicos de los que uno no puede escapar, ni puede ni quiere hacerlo.
Una prueba de todo lo dicho la podemos encontrar sin dificultad alguna en El país de las mil caras. Escritos sobre el Perú. Obra periodística II que Alfaguara acaba de publicar. Una compilación de todo lo que ha pensado, sentido, escrito y dicho sobre el Perú y los peruanos, el único tema y asunto central de este libro que uno coge y no suelta hasta fatigar muchas de sus páginas y con las que uno puede estar o no de acuerdo con ellas, en parte o en su totalidad. Pero lo que no podrá hacer es sustraerse a su lectura. El Vargas Llosa periodista, lo mejor de él, está contenido en este libro.
Hay que recalcar que se trata de una compilación; exhaustiva, sí, pero una compilación a fin de cuentas. Con lo cual queremos resaltar el extraordinario trabajo de pesquisa, selección y edición que ha realizado Carlos Granés, el editor responsable. Lo que ha logrado en este segundo volumen supera largamente lo conseguido con el primero. Se ha superado a sí mismo tanto en la organización y disposición de los textos en los quince apartados en que se divide el libro, como en lo seleccionado. Tal vez alguien eche en falta este o aquel texto, pero, como dijimos, se trata de una compilación y lo que falta, si acaso, obedece al criterio del editor. Como, en el último apartado del libro, Escritos autobiográficos, el que escribió apenas dos días después de habérsele concedido el Nobel, Catorce minutos de reflexión, en el que repasa toda su vida, los instantes y personas que lo llevaron a ese instante de gloria. Yo todavía, cada vez que lo leo, me emociono tanto como la primera vez que lo leí.
¡Qué tengan buenas lecturas!