La condena de la libertad (#035)
Siete ensayos para entender “un país cuyo rasgo más estable pareciera ser la inestabilidad”.
John Skirius, que es el autor del mejor trabajo que conozco sobre el ensayo hispanoamericano, ha escrito que dos son las vertientes principales que han dado forma al género: la inglesa, racionalista y objetiva, y la francesa, subjetiva e intimista. Y refiriéndose a la tradición hispánica del mismo, en la que se inscribe la hispanoamericana, comenta que en sus textos dos de sus más conspicuos representantes, Ortega y Unamuno, el primero explica en tanto que el otro se confiesa; todo lo cual constituye una excelente manera de aproximarse a la lectura de cualquier ensayo.
Este ‘centauro de los géneros’, como lo definió Alfonso Reyes, es hoy la forma de comunicación más extendida de la investigación académica genuinamente humanista, no de aquella preocupada por índices y cuartilos, que evacúa papers con la misma facilidad con que otros evacuan columnas de opinión. Hoy, el ensayo humanista, en especial el ensayo histórico, es la expresión más robusta de esa literatura de ideas que conocemos como no ficción y que constituye la forma más depurada de reflexión y pensamiento que, con las armas y recursos de la literatura, proporciona las claves de la historia, la sociedad contemporánea, la creación artística en cualquiera de sus formas, o de la política menuda y mediocre.
Me parece sustancial tener presente lo anterior para encarar la lectura de un libro como La condena de la libertad. De Túpac Amaru II al bicentenario peruano en seis ensayos y un colofón (Crítica, Universidad del Pacífico, 2022), la más lograda expresión de lo que llamaríamos una interpretación de conjunto del significado de estos doscientos años de historia que nos ha legado una bibliografía muy dispar en cuanto a resultados y calidad. Es en este sentido que hay que decir que, como tal, este libro resulta un formidable ejemplo de esa literatura de ideas que mencionábamos al principio y que aquí ensaya respuestas, refuta otras, propone explicaciones de esos doscientos años, todo ello como una forma o instrumento para entender al Perú de hoy, a un país que ensaya todo tipo de soluciones para sus problemas que, o no conoce o no entiende. Y para esta enorme tarea, el formato que ofrece el ensayo es el que mejor se adapta a la propuesta de este libro, a los objetivos de cada uno de sus autores. En este orden de cosas, resulta difícil referirse a él sin caer en el lugar común o el elogio fácil dado que se trata, dentro de esa bibliografía, de lo mejor que se ha publicado con ocasión del bicentenario.
El libro abre con el ensayo de Walker que se ocupa de la transición de colonia a república, y llega hasta el fracaso de la Confederación Perú-Boliviana, y con el detalle y explicación de las pugnas ideológicas y políticas que lo marcaron y en los que no descuida a los grupos subalternos que participaron en ellas. A continuación, Sobrevilla se ocupa de un tema y un periodo en el que ha llegado a ser una autoridad, y por lo mismo todo lo que diga o concluya sobre él hay que prestarle atención: el dinero del guano ayudó a crear un Estado centralizado y “alcanzar cierto nivel de modernidad”, pero no evitó que este acabará profundamente endeudado (“En síntesis, la prosperidad del guano, más que falaz, fue desigual; no se trató de un engaño o una mentira, simplemente sirvió para consolidar el poder económico y simbólico de una minoría”). No por ser necesariamente el mejor, sino por cubrir un periodo que mí me parece fundamental, clave en la exposición que ofrece el libro, el ensayo de José Luis Rénique me parece el de mayor alcance o provecho por esa lectura del presente que sus páginas permiten a través del relato de las pugnas política y electoral del pasado en un contexto de búsquedas de alternativas, de modernización siempre trunca. En la misma ruta se puede leer el siguiente ensayo, el de Paulo Drinot, que constituye uno de los mejores resúmenes de nuestra historia política (en el periodo que cubre el ensayo, 1919-1968) que haya leído; y que, como toda historia política que se precie, no descuida el siempre decisivo contexto internacional. El siguiente texto, el de Dargent, es otro de los ensayos claves para aquilatar la propuesta del libro: entender al Perú de hoy. El periodo que cubre este (1968-1994) es uno de significativos cambios políticos y sociales de los que, podemos decir, hemos sido o somos testigos, cambios que concluyen en esa sociedad desarticulada que tan bien desmenuza el autor. Vergara se ocupa del periodo siguiente, 1992-2021 (“otro ciclo de ilusión y desencanto”), con seguridad el que mayor interés concitará entre todos, así como las conclusiones a las que llega (“Nuestra historia es un cementerio de proyectos políticos”). Cierra el libro el trabajo de Cynthia McClintock, una apretada síntesis de los retos y desafíos que le esperan al Perú en términos de desigualdad, pobreza y democracia.
De lo expuesto, no vayan a pensar los lectores que se trata, en modo alguno, de un libro pesimista o condenatorio, uno que carga las tintas únicamente en todo lo malo de estos últimos doscientos años (lo cual tampoco sería censurable porque la realidad, inevitablemente, se impone a la buena voluntad de un editor o a la de un autor), mucho menos de uno más de ese desfile de ditirambos patrioteros a los que estamos acostumbrados en las grandes efemérides nacionales, sino de un libro tanto equilibrada como brutalmente honesto. Es muy probable que los siete autores de este libro hubieran deseado escribir uno más feliz, un libro más optimista, tal vez uno con un espíritu más de celebración que de cuestionamiento, pero como dije la realidad termina siempre imponiéndose de un modo ineluctable, y lo que obtenemos es una serie de ensayos como estos incuestionablemente lúcidos, muy conscientes del tiempo presente que procuran explicar. Este es el país que somos, el que hemos llegado a ser. Es una lástima que los políticos de este país no sean muy aficionados a la lectura. O peor aún, que crean que libros como estos son solo un simple ejercicio intelectual, y por eso mismo pasan de largo frente a él, cuando deberían tomar debida nota de todo lo que se dice en sus páginas. Nosotros, que los votamos con el hígado, se lo agradeceríamos.
Mención aparte de todo lo dicho merece su esmerada edición que si ya es un gozo su lectura, lo es más recorrer sus páginas, el aparato gráfico que lo acompaña, la pulcritud de su diseño editorial. Esperemos que pronto, y es lo último que se puede decir de él, salga una edición popular (pocket) que permita que este gran libro llegue a más lectores, a los miles de lectores que merece. Que necesitamos tenga.