“La entrevista en epopeya”, de Fabrizio Tealdo Zazzali (#024)
Hace unos años, no muchos, tuve la suerte de trabajar en Noticias SER, un semanario digital de periodismo alternativo, que dirige Javier Torres, en el que aprendí mucho del oficio y en donde, especialmente, podía escribir (ocasionalmente) algunas breves reseñas de los libros que leía. Recuerdo que la primera de ellas que escribí fue una sobre un libro de cuentos de un amigo y colega periodista con el que siempre conversaba cuando trabajábamos en el diario El Comercio. El era entonces editor de la mesa central y yo redactor de cierre de la sección Mundo. O sea, teníamos el turno de noche en el que, casi al acabar la jornada, disponíamos de unos minutos para conversar de libros, historia (él, al igual que yo, había estudiado la especialidad en la Católica pero se había dedicado al periodismo desde siempre) y política local. Un día me confesó que escribía cuentos y me preguntó si me interesaba leerlos. Por supuesto que le dije que sí. No lo dije entonces, pero lo digo ahora. Aunque me gustaron mucho y había una depurada, una cuidada prosa en todos ellos, tenían ese aire de opera prima que delata a los escritores que recién empiezan.
Luego, paso el tiempo y ambos salimos del diario, seguimos rumbos distintos y nos ubicamos en medios o instituciones dispares. Un día, para mi sorpresa, me envió su primer libro de relatos, Breve suma histórica del Perú fantástico, el que reseñé para Noticias SER, y quedé estupefacto. El joven y novel escritor había desaparecido por completo, había dado paso a un escritor muy dueño y seguro de sus recursos narrativos y de una técnica y temas propios que demostraban que ahora era un escritor de primera línea, uno al que había que leer con atención e interés. Controlando mi entusiasmo traté de que la reseña fuera todo lo ecuánime posible, pero era un librazo que merecía ser leído por todos. Lo entrevisté para el blog que tenía, lo recomendé a cuanto amigo y enemigo (para que se muera de envidia) conocía y leía todo lo que publicaba en libros y revistas dispersos. Cada nuevo cuento suyo era una sorpresa, una prueba irrefutable de que Fabrizio Tealdo Zazzali, tal era el nombre de mi amigo, era un escritor maduro y cuajado y del que podíamos esperar más, mucho más todavía.
En el 2017, invitado por el gran Juan Manuel Chávez, también escritor y entusiasta promotor cultural, participó, con El marqués en el exilio, del proyecto Colección del Bicentenario, un conjunto de diez novelas sobre el periodo de la independencia que me resultó muy útil para convencerme que Fabrizio es, definitivamente, un escritor de carreras cortas, no de maratones. Aunque se trataba, en realidad, de una nouvelle, la suya, con todo lo buena y bien escrita que estaba, ponía de manifiesto que es un escritor de cuentos, un maestro del relato corto. Es en ese territorio donde Fabrizio es amo y señor, donde se mueve a sus anchas y pergeña pequeñas obras de relojería en las que el asombro, lo fantástico, los finales inesperados, son su marca distintiva. Prueba de lo dicho es su cuento Los vencidos, que siempre pongo de ejemplo de final inesperado, de una vuelta de tuerca total, a los que aspiran a escribir cuentos. Una auténtica joya. O Las guerras por venir, el relato que está incluido en la Colección Bicentenario de Petroperú, 21 relatos sobre la independencia del Perú, donde la figura de un Abascal caído en desgracia y derrotado, es una profunda y dramática reflexión del futuro azaroso que le esperaba a las nuevas repúblicas.
He hecho este largo introito para referirme a La entrevista en epopeya, el cuento que acaba de publicar en la revista Caretas con ocasión de conmemorarse en estos días la famosa entrevista en Guayaquil entre San Martín y Bolívar, y con el que Fabrizio ha vuelto a sorprenderme, a demostrar que siempre se puede hacer algo nuevo y mejor sin dejar de ser él mismo. ¿O sí? Porque se trata de un cuento infinitamente superior a todo lo que ha publicado, pero definitivamente distinto a todos ellos. Tiene todos los elementos que han hecho de su cuentística la depurada obra de arte que siempre he celebrado pero que difiere de todo lo anterior. ¿Hasta qué punto todos los que hemos leído y leemos a Fabrizio conectamos con este nuevo giro en su obra? Lo sabremos cuando publique un nuevo libro de relatos (que desde hace mucho nos debe) que reúna todo lo escrito en estos años y nos revele si su cuentística ha entrado a un nuevo estadio de desarrollo o ya está listo para los tramos largos que significan una novela, con todas esas técnicas que despliega en La entrevista en epopeya.