Lecturas sobre la Guerra con Chile (#043)
«Buen día, le escribo para consultarle por bibliografía sobre la Guerra del Pacífico (1879/84). Algún autor que me pueda recomendar. Desde ya, muchas gracias».
Recibí este mensaje hace tiempo y respondí en la medida de lo posible, habida cuenta de que se trata de un tema complejo con una bibliografía amplísima, tanto la especializada como la que no lo es; generalmente tenemos acceso a libros de una sola de las partes (y por lo mismo, con cierto sesgo), y, lo que yo considero lo más grave, mucho de lo que lee la gente actualmente sobre el tema es, generalmente, o mucha ficción o libros poco serios. Es decir, ese tipo literatura con intenciones de divulgación que busca dirigirse a un público más amplio que yo, sinceramente, recomiendo no leer. O en su defecto, leer luego de leer a los especialistas que te adiestran en la lectura de este tipo de literatura en la que es necesario separar la paja del grano. En todo caso, les puedo sugerir lo siguiente.
Si es un lector completamente nuevo en el tema es necesario empezar con las grandes obras de los autores canónicos como Mariano Felipe Paz Soldán (Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia), Tomás Caivano (Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia), Sir Clements R. Markham (La guerra entre el Perú y Chile). El de Paz Soldán es una obra en tres enjundiosos tomos que, pese al tiempo transcurrido desde su publicación, sigue siendo una lectura fundamental y la referencia obligada en el tema. Las obras de Caivano y Markham no son tan voluminosas, pero ofrecen un panorama completo del conflicto y miradas (e interpretaciones) distintas que resultan igualmente interesantes. Todas estas obras las encuentra a buen precio en las librerías de viejo o de segunda (fueron publicadas hace décadas y hoy están desctalogadas en las librerías), lo que significa que son accesibles para todos. Solo del libro de Caivano existe una edición moderna hecha hace un par de años que reúne en un solo volumen los dos tomos (si mal no recuerdo) de que consta la obra.
Se habrán percatado que no he hecho referencia, en el párrafo anterior, a Jorge Basadre entre los autores mencionados por la sencilla razón de que su obra es un universo en sí mismo. Basadre, el historiador de la República por antonomasia, tiene muchos trabajos sobre la guerra de 1879 además de los capítulos (en realidad, todo el tomo IX de la sexta edición) de su Historia de la república. Además de leer este tomo, puede leer el ensayo que dedica a los orígenes de la guerra en la Historia del Perú de Mejía Baca (tomo octavo), en donde ofrece un análisis completamente novedoso a los ya conocidos de por qué se originó la guerra. Pero donde Basadre es verdaderamente útil e imprescindible es en su Introducción a las bases documentales para la Historia de la República con algunas reflexiones, donde, como indica el título, ofrece una pormenorizada bibliografía comentada no solo sobre el tema, sino sobre todas las etapas, asuntos o problemas de nuestra historia republicana. Es una de las mejores guías (acaso la única) que existen sobre el tema pese a los años transcurridos. Por cierto, en la misma línea de Basadre existe una La historiografía chilena (1842-1970), de Cristian Gazmuri, en dos gruesos tomos que es un listado apenas comentado de libros y estudios en los que las páginas dedicadas a la guerra son abundantes. Como es una obra especializada solo la puede encontrar en bibliotecas igualmente especializadas, pero vale la pena revisarlo si puede. En esencia, estas son las dos grandes guías que les recomiendo consultar o revisar si en algún momento desean ahondar en el tema.
Un aspecto de la historia del conflicto de 1879 que a veces ignoran o descuidan los lectores no especializados (es decir, los que no son historiadores profesionales), y que a mí me gusta mucho frecuentar, es el de las fuentes documentales publicadas. En ese sentido, la editorial de Carlos Milla Batres es la que ha hecho una labor reconocidamente notable, la que más ha publicado abundantes fuentes documentales. Desde partes de guerra y diarios de campaña hasta las memorias, planos, cartas privadas y todo cuento esté relacionada con la guerra. A la editorial Milla Batres le debemos, por ejemplo, una colección de partes de guerra en tres tomos, las Memorias de Cáceres y las de su esposa, así como las cartas de Piérola, Palma y un largo etcétera que se leen con el mismo interés que el mejor libro de historia. Ahora mismo no recuerdo a los responsables de cada una de estas recopilaciones, pero el nombre de Luis Guzmán Palomino no puede dejar de ser mencionado en este asunto. De otro lado, existe, por la parte chilena, el famoso Boletín de la Guerra del Pacífico que se publicó en Santiago de Chile entre abril de 1879 y mayo de 1881; 47 boletines de 14 páginas (aprox.) cada uno que han nutrido, durante años, muchos libros de historia y novelas en ese país. Existe, hasta donde sé, dos ejemplares de este Boletín aquí en el Perú: el de la Biblioteca del Instituto Riva Agüero de la PUCP y el que se conserva en el Archivo Histórico de la Marina de Guerra en su local de la avenida La Marina, ambos en perfectas condiciones (aunque se puede descargar desde el sitio Memoria Chilena). Además del mencionado Boletín, existe la famosa colección de documentos de la Guerra de 1879 de Pascual Ahumada Moreno, muy consultada por los historiadores profesionales, pero que puede resultar de interés a muchos. El parte de guerra, por ejemplo, del estado mayor chileno después de la batalla de Huamachuco que recoge esta colección ofrece un relato completamente distinto al que todos conocemos de la muerte de Leoncio Prado. Así como ese, tiene otros muchos datos sorprendentes sobre la guerra vista desde el lado chileno.
Actualmente, sobre la guerra solo se escribe a nivel monográfico; es decir, muy pocos libros y sí muchos artículos en revistas especializadas de difícil acceso o desconocidas para el gran público. Eso no es malo en sí mismo, pero pone de manifiesto, por un lado, que los grandes relatos del pasado son eso, cosa del pasado; y segundo, que se corre el riesgo de darle la vuelta al mismo asunto en muchas publicaciones hasta el aburrimiento (el capitalismo académico terminara arruinando a la Academia finalmente con la dichosa indexación). De ese modo, se pierde originalidad y novedad. Salvo dos honrosas excepciones.
En los últimos años solo dos historiadores, la doctora Carmen Mc Evoy y el magister Julio Abanto Chani, son los únicos que han ofrecido relatos sólidos, de largo aliento y completamente novedosos sobre la guerra. A Carmen Mc Evoy le debemos dos magníficos libros y una recopilación de documentos que han cambiado nuestra visión del conflicto, o en el mejor de los casos han ampliado muestra mirada sobre él. En Armas de persuasión masiva: retórica y ritual en la Guerra del Pacífico y, especialmente, en Guerreros civilizadores. Política, sociedad y cultura en Chile durante la guerra del Pacífico, la autora ofrece un relato de cómo se fraguó la guerra desde Chile contra el Perú, el estudio del frente interno chileno que hizo posible el conflicto. Dos libros completamente novedosos y exhaustivamente documentados que aquí fueron muy mal comprendidos. El segundo de ellos, por su título, un oxímoron que nadie entendió, fue vapuleado sin siquiera haber sido leído. El ciclo sobre la guerra al que McEvoy dedico tres obras y más de diez años de investigación, lo cerró con una estupenda colección de documentos del estado mayor chileno a cargo de la ocupación de Lima que causó no pocos escozores. Este último lo publicó el Congreso de la República, así que todavía lo encuentra en librerías (*); en tanto que la edición peruana de Guerreros civilizadores la publicó la PUCP, que también se puede todavía conseguir (lo puede comprar online aquí). En cambio los libros de Julio Abanto son un poco más difíciles de conseguir porque están prácticamente agotados y su tiraje fue exiguo, pero son dos libros que ofrecen una visión completamente renovada del conflicto. El primero de ellos, Encarando el desastre. El conflicto hegemónico entre la burguesía limeña y los terratenientes serranos del norte en la Guerra con Chile 1881-1884, está dedicado al Tratado de Ancón y cómo o porque se fraguó este, además de proporcionar nuevos elementos para juzgar la figura histórica de Miguel Iglesias. El segundo de ellos, El Congreso de la República durante la ocupación chilena: Chorrillos, Ayacucho, Cajamarca y Arequipa 1881-1883, es todavía más novedoso al haber utilizado fuentes documentales poco explotadas, además de haberlas utilizado con inteligencia. Un libro que conjuga con acierto la historia política con la historia de las relaciones internacionales, además de la del conflicto mismo. Si pueden conseguir los libros de ambos historiadores, además de la colección de Paz Soldán, ya la hicieron.
Finalmente, existe un libro que se editó en 1979 con ocasión de celebrarse los cien años del conflicto, Reflexiones en torno a la guerra de 1879, en el que colaboran, si mal no recuerdo (escribo todo esto de memoria y sin mis libros –encajonados– a la mano) cerca de 40 historiadores e investigadores que es el mejor de todos los que se han publicado de carácter monográfico o compilación de textos. Si lo consigue (porque todavía hay en circulación ejemplares) en alguna librería de segunda mano, no dude en comprarlo. Es una buena puerta de entrada a todo lo que he mencionado aquí. Este, y la antología de textos que publicó la extinta editorial Rikchay, La Guerra con Chile en sus documentos, y que estuvo a cargo del malogrado Fernando Lecaros, son dos estupendos resúmenes o mirada panorámica sobre el tema.
Por supuesto, se quedan muchos nombres y títulos en el tintero, algunos tal vez injustamente (pienso, por ejemplo, en el magnífico libro de Nelson Manrique sobre Las guerrillas indígenas durante la guerra, que se ha reeditado este año luego de casi cuarenta de su primera edición), pero estos son los que se me vienen inmediatamente a la memoria por una buena razón: son de lectura obligatoria.
La literatura, por si les interesa, tampoco ha sido ajena al tema de la guerra. Pero ese será materia de otra carta. Ojalá estos breves apuntes sirvan de algo, pero recuerden esto: son la recomendación de un lego en el asunto, las de un simple lector, no las de un especialista.
¡Que tenga una buenas lecturas!