De una manera u otra, todos los que compramos, leemos y atesoramos libros establecemos una relación especial con ellos, y de manera particular con algunos ejemplares o títulos. No es que los veamos o tratemos como un objeto sagrado (¡que lo son!), sino que hay una historia o un suceso, una pequeña anécdota quizás, detrás de ellos que los convierte en especiales para nosotros. A mí me pasa con decenas de mi biblioteca, pero estos tres los recuerdo porque cada vez que me han hecho estas tres infaltables preguntas, la imagen de ellos y el recuerdo de cuando los adquirí acuden inmediata e indefectiblemente a mi memoria.
¿El libro que más problemas me ha causado?
Increíblemente, El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez. Hace muchísimos años, cuando trabajaba en un museo y deseaba regresar al periodismo, le había pedido a una amiga de El Comercio que dejara mi CV en la oficina de Recursos Humanos (antes se llamaba así la oficina encargada de contratar personal, ahora la llaman huachafamente 'Gestión del talento'). Bueno, el caso es que ella hizo algo mejor. Se lo alcanzo a la secretaria de la jefa de Archivo con estas palabras: «Patty, llámalo cuando necesiten a alguien. ¡Me lo vas a agradecer!». Me llamaron dos días después y entré a trabajar ese mismo mes. Me quedé diecisiete años, pude comprar mi departamento y pagar la carrera universitaria de mi hijo en la mejor universidad del país. Cuando en un cumpleaños de esta amiga le regalé la novela de Gabo, cometí la tontería de estampar esta dedicatoria que era completamente sincera y ajustada a la verdad: «Gracias por todo lo que me has dado». Casi provoca dos divorcios y mi esposa no puede ni siquiera oír su nombre. ¡La odia!
¿Lo más asombroso que me ha pasado comprando un libro?
Son varios los casos y las historias. El más reciente me ocurrió el año pasado, cuando visitaba a mi librero habitual en la Feria Popular de Libros del jirón Amazonas. Le pregunté lo mismo de siempre: ¿qué hay de nuevo? Me respondió también como siempre lo hace y señalando los cinco tomos de la Obra Completa de Manuel Chaves Nogales:
—Me ha llegado esto, profe. Pero está bien hueso. Se lo remato en 100 soles.
Un año después, sigo sin creérmelo.
¿Cuál es mi libro más querido?
Son muchos, pero guardo un especial aprecio y cariño por dos de ellos. Me los obsequió, el último día de escuela, de mi vida escolar, mi profesora de Lengua y Literatura, la señora Sara Liendo de Casquino. Le había pedido que me prestara un libro de un tal Vargas Llosa del que todo el mundo hablaba (por aquella época, el escritor acababa de volver de su autoexilio de muchos años en Londres y venía a establecerse en el Perú y era entrevistado por medio mundo). Luego de casi tres semanas de espera, en que pensé se había olvidado del encargo, me mandó llamar y puso en mis manos un paquete que me pidió abriera después, en mi casa. Obviamente, no esperé y corrí a abrirlo en el baño. Eran La tía Julia y el escribidor y Conversaciones con Basadre de Pablo Macera. En ambos libros escribió unas dedicatorias muy sentidas que, hasta hoy, cuando las releo, me emocionan. No sé si ella lo sabe o si se lo he dicho alguna vez, pero ese regalo cambio mi vida para siempre. Porque para decepción de mis padres y la familia, decidí no estudiar Derecho y postulé a la carrera de Historia en San Marcos. Ahí conocí a otros dos grandes maestros que marcaron todavía más vida. Pero esa es otra historia.
¡Qué tengan buenas lecturas!
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