Manuel Atanasio Fuentes. Artículos satíricos y políticos (1863-1884) (#096)
¿En dónde reside la importancia o valor de publicar textos periodísticos añejos?
En una ocasión, durante la exposición que hacían unos estudiantes de Historia y que comentaban dos historiadores ya curtidos, uno de ellos se refirió a una conferencia que tenía por título “El Príncipe de Maquiavelo y el Perú” en los siguientes términos: «¿Maquiavelo? ¿Qué tiene que ver Maquiavelo con el Perú? Me parece que los jóvenes historiadores deberían dedicarse a temas peruanos, a investigar en los archivos estos temas antes que dedicarse a asuntos teóricos que en nada contribuyen a la historiografía peruana». El historiador Manuel Burga, que era el otro comentarista, replicó, con ese modo afable y educado que todos le conocemos, que él sí creía que dedicarse a estudiar el influjo de Maquiavelo y su obra en el Perú era importante. Que sí tenía mucho sentido dedicarse a temas de teoría o filosofía política para entender el desarrollo del pensamiento de nuestras elites, por ejemplo. Esa fue, como es usual, otra clase magistral del doctor Burga. Pero para mí la lección fue otra, la de que el trabajo del historiador en el Perú es tan, pero tan incomprendido que es infravalorado hasta por los propios historiadores.
Todo esto lo he recordado como si hubiera ocurrido ayer mientras revisaba las páginas de Manuel Atanasio Fuentes. Artículos satíricos y políticos (1863-1884) (Ediciones MYL), la recopilación de la obra periodística de este connotado intelectual peruano del siglo XIX cuyo rescate, puesta en valor y estudio ha estado a cargo del historiador Víctor Arrambide Cruz, que ha realizado, para decirlo, en una palabra, un trabajo tan admirable como meritorio. Y lo digo sin un ápice de exageración. ¿En dónde reside la importancia de esta publicación? ¿Por qué tan rotunda afirmación? Hay que conocer la multifacética figura histórica de Fuentes y el papel que el periodismo cumplió en el siglo XIX para entenderlo con facilidad.
Por otro lado, quien conozca el estado de nuestras bibliotecas y archivos, del saqueo que han sufrido durante décadas, de la fata de instrumentos de descripción o de colecciones digitalizadas que nos permita contar con materiales para la investigación sabe sobradamente que reunir el corpus periodístico de un autor como lo fue Fuentes, no es tarea sencilla. Si bien es cierto Arrambide parte de la colección de artículos que el propio Fuentes publicó en vida en 1866, la tarea de ubicar los textos posteriores a esta publicación, la compulsa para fijar el texto definitivo de ellos, contextualizar cada una de las piezas reunidas es, en definitiva, el tipo de trabajo que distingue a un historiador profesional de un simple aficionado a la historia que hoy abundan en demasía.
Como señala Arrambide en su texto introductorio, estos artículos satíricos y políticos constituyen “la plataforma que Fuentes utilizó para criticar la situación política peruana”. Desde este punto de vista asombra comprobar la actualidad de muchos de ellos: la compra de votos de las clases populares, la violación del texto constitucional y las leyes y la práctica política como una forma de enriquecimiento y beneficio personal. En ese sentido, la actualidad de Fuentes, su lectura atenta y alerta nos dice tanto o más de la sociedad de su tiempo como de la nuestra. Y aquí descansa la firme creencia en la importancia y valor de este libro, del trabajo de su editor, de la pulcra edición que tenemos en nuestras manos. Quien crea que la recopilación de textos periodísticos del pasado es un esfuerzo inútil y estéril no tiene la menor idea de en qué consiste la historia y el trabajo del historiador. Algo que este libro nos lo ha venido a demostrar de forma concluyente.
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¡Qué tengan buenas lecturas!