José Carlos Mariátegui, o el «cojito genial» (#102)
Del último libro del historiador Paulo Drinot emerge la imagen de un Mariátegui distinto al que conocemos.
En los últimos tiempos me he convencido de la firme creencia de que la cultura del 'paper' ha tenido la consecuencia afortunada de haber revitalizado el ensayo, un género que se caracteriza, precisamente, por su brevedad, la claridad de ideas y un lenguaje tan ajustado como preciso para conseguir lo primero. El libro que acaba de publicar Paulo Drinot en la colección Perú Breve de la editorial Planeta, José Carlos Mariátegui o el «cojito genial», termina de confirmarme esa creencia.
Dos virtudes tiene el libro de Drinot, la primera de ellas la de mostrar un Mariátegui completamente distinto al que estamos acostumbrados; o, mejor dicho, el retrato de un Mariátegui desacralizado y desmitificado, distinto al de las hagiografías oficiales que han optado por obviar, por silenciar su discapacidad o, en el mejor de los casos, no visibilizarla, no hacerla parte del discurso o la herencia mariateguiana. Tal vez porque, como explica el autor en su texto, Mariátegui «vivió la discapacidad como una desventura personal y no como una condición social y política». Si algo nos demuestra este libro, es que, precisamente, este elemento resulta crucial para entender su biografía.
Y es esto lo que constituye la segunda virtud del libro: la inclusión de la discapacidad de Mariátegui en el tándem de ideas e interpretaciones sobre su legado intelectual y político. Más aún, como señala el autor, la enfermedad y su discapacidad constituyen el detonante de un trabajo intelectual y una actividad política tan prolíficos como importantes, una suerte de carrera contra el reloj, todo lo cual confluirá en una narrativa de «superación heroica» que hace aún más relevante lo escrito y hecho por Mariátegui. Un Mariátegui que, pese a la adversidad, o como consecuencia de esta, fue capaz de construir, en pocos años, un legado como contados intelectuales peruanos han logrado (el otro que se me ocurre es Flores Galindo, gran estudioso, precisamente, de JCM). Desde esta perspectiva, como apunta Drinot, hay todavía mucho más por investigar y esclarecer.
Esto es de un enorme valor porque lo que finalmente hace es señalar, entre nosotros, el derrotero a seguir en investigaciones de este y otros temas similares tan ausentes en nuestra historiografía. En ese sentido, haciendo eco al viejo adagio de que el historiador abre puertas, no las cierra, este libro ha abierto un abanico de posibilidades, metodológicas y temáticas, para los que estudian tanto a Mariátegui como a la discapacidad en el Perú. Un modelo a seguir para enfocar lo nuevo, lo inédito de un tema antes que seguir descubriéndonos la pólvora.
No voy a ocultar mi admiración por este libro y su autor, y no la hago por una sencilla razón: este es el tercer libro que nos entrega verdaderamente novedoso (antes lo hizo con la prostitución y antes de este con un estudio sobre la ‘racialización’ de la incipiente clase obrera que es, desde mi punto de vista, su mejor trabajo). Con José Carlos Mariátegui o el «cojito genial» (que es un adelanto de lo que será su biografía de JCM en la que viene trabajando en los últimos años) Drinot ha demostrado que cualquier elogio o admiración, no es ni gratuito ni exagerado.
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¡Qué tengan buenas lecturas!