De no mediar sorpresa alguna, el jueves 8 de octubre debemos estar conociendo el nombre del nuevo elegido para la gloria: el ganador del Premio Nobel de Literatura de este año, un acontecimiento que concita el interés de muchos, quinielas en las casas de apuestas y una que otra desilusión. Pero imaginen por un instante que el premio se concediera cada año al libro más importante publicado ese mismo año, y no a un autor por el conjunto de su obra como suele hacer la Academia Sueca, encargada de concederlos, de acuerdo a sus centenarios estatutos. Sí así fuera, entonces, el premio lo habría ganado...
1. En 1940 El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers, por lograr una galería de personajes únicos en permanente búsqueda de lo inasible. Una autora genial cuya muerte prematura nos privó de una obra madura y prometedora, a la altura de la de Faulkner.
2. En 1952 El oficio de vivir, de Cesare Pavese, por su profunda y poética reflexión en forma de Diario sobre el sentido y valor de su poesía, y con ella la de toda la literatura contemporánea. La maravillosa obra en prosa de un poeta mayor.
3. En 1954 No soy Stiller, de Max Frisch, por transmitir, en la angustiosa búsqueda de su identidad del protagonista, las críticas a una sociedad que ha convertido lo material en la máscara de una aparente felicidad.
4. En 1959 Una vida violenta, de Pier Paolo Pasolini, por el retrato casi naturalista de la marginalidad y los suburbios romanos en el dramático periodo de posguerra.
5. En 1960 Dios ha nacido en el exilio, de Vintila Horia, por transmitir en sus páginas, a través de la figura del poeta Virglio, el dolor del exilio contemporáneo y la marcha al destierro como la instancia previa a la muerte en vida.
6. En 1962 El jardín de los Finzi-Contini, de Giorgio Bassani, por el relato de la decadencia de una familia burguesa judía como trasfondo del destino de los judíos italianos durante el Holocausto en la Segunda Guerra mundial.
7. En 1970 El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso, por la compleja y grandiosa representación de un mundo personal inagotable en símbolos, claves y misterios. Una de las obras mayores de la literatura latinoamericana.
8. En 1976 Oficio de difuntos, de Arturo Uslar Pietri, por su visión personalísima, en la larga tradición de la novela latinoamericana de dictadores, de la ambición desmedida por el poder. Uslar Pietri lleva la novela histórica a niveles de auténticas obras de arte y del pensamiento.
9. En 1982 El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, por la vital y hermosa composición literaria que, en una fusión de géneros de ribetes geniales, ofrece un universo infinito de posibilidades expresivas. El más importante renovador de la lengua portuguesa de nuestro tiempo.
10. En 1990 Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda, por la lograda fábula ecológica que propone con un relato donde los personajes están en permanente lucha contra el mal de todo tipo y especie, y en donde la naturaleza sufre la insensata, como constante, agresión de la civilización.
¡Qué tengan buenas lecturas!
Y... posteriormente?... cómo sigue esa lista?