Sobre el AGN (#183)
Lamento profundamente la situación del AGN, la grave crisis a la que una serie de factores, y no solo una criticable gestión sino también un secular abandono del Estado ha colocado a la institución encargada de velar por la memoria histórica del país.
Trabajé ahí durante dos años en un cargo de confianza, así que en gran medida eso me ha obligado a un silencio que no es ni cómplice ni acomodaticio, sino responsable con una función que cumplí. Lo que sí puedo decir es que la gestión anterior se reunió, semanalmente y durante poco más de un año, con más de 120 historiadores, tanto de Lima como del interior del país, así como con representantes de otras instituciones vinculadas tanto a la investigación como a la gestión archivística, y a todos se le informó sobre la situación del Archivo, los planes para este y, particularmente, sobre el proyecto de construcción del nuevo local sobre el cual de modo general se inquirió al conocer todos la amenaza de desalojo por parte del Poder Judicial que también resulta secular desde hace tiempo en esta historia.
La destitución de su jefe institucional abre una nueva etapa en esta crisis, colocando al AGN ante la incertidumbre no solo de quién lo reemplazará, sino de los planes que tiene o traiga para este. O si los tiene. La orfandad de ideas y soluciones concretas o viables parece ser la tónica en todo este asunto. Resulta una verdad de Perogrullo afirmar que las próximas semanas, días tal vez, resultaran cruciales para la solución de esta crisis. O por lo menos para menguarla. Pero también resulta otra obviedad que mientras no exista la voluntad política del Gobierno de involucrarse seriamente en este problema, el AGN está destinado a convertirse, literalmente, en la última rueda del coche hasta desaparecer en el marasmo institucional de la insignificancia.
Celebro y me admiro del involucramiento firme y decidido de muchas personas de bien y decentes que han hecho suyo el destino del AGN. Pero conviene decir que ese involucramiento debe alcanzar a toda la ciudadanía, a todos los peruanos y peruanas que deben entender que el AGN es mucho más que un lugar con papeles viejos. Que es la primera institución que, de distintos modos, asegura sus derechos como ciudadanos. Mientras no ocurra esto, mientras el malestar y preocupación no sea general y no solo de sus usuarios potenciales, toda lucha o defensa del AGN está condenada al olvido, tal vez al fracaso. Y esta es otra de las tareas del próximo jefe institucional: que el AGN no solo sea un titular de malas noticias un día. Convertir al AGN en una institución de la que se sientan orgullosos los peruanos todos los días es también otra tarea primordial.