El libro de la semana (#224)
Han Kang: La vegetariana y La clase de griego (Lima: Random House, 2024).
Cuando en octubre pasado se anunció a la surcoreana Han Kang (Gwangju, 1970) como la nueva Premio Nobel de Literatura, me inhibí de todo comentario dado que no había leído nada, hasta entonces, de la autora. Es más, ni siquiera sabía de su existencia. Luego averigüe que es poco lo que de ella había en nuestro idioma (apenas tres o cuatro títulos) y que los merecimientos para ganar el codiciado premio estaban más que justificados. Afortunadamente, a principios de diciembre Penguin tuvo la gentileza de enviarme La vegetariana y La clase de griego y ahora sí puedo afirmar que las razones de su concesión son, efectivamente, las correctas. Por supuesto, uno no puede evitar lamentar que no se lo concedieran al rumano Mircea Cartarescu, pero esta premiación no nos deja un mal sabor de boca como sí ocurrió cuando se lo concedieron a Bob Dylan, por ejemplo. En Fin.
Por supuesto dos títulos no bastan para consagrar de un modo tan rotundo la obra de un autor o autora, pero lo cierto es que estas dos novelas son de una factura que rayan en la perfección, impecables. En el caso de La vegetariana se trata de una novela breve, de una sencillez aparente, pero que encierra una complejidad que ofrece muchas lecturas, muchas interpretaciones, escrita de un modo soberbio que hace aún más atractiva su lectura.
Su estructura, como saben o han descubierto quienes la han leído, es la clave misma de la novela, el modo de abordarla. Dividida en tres partes, son los tres puntos de vista, tres momentos, desde los que el lector se puede acercar a la protagonista de la obra, Yeonghye; tres voces distintas (el esposo, el cuñado, la hermana), nunca la de la protagonista misma, lo que da pie a una de las muchas interpretaciones que ofrece el libro: la del sometimiento de las mujeres en un mundo que le quita todo, hasta la propia voz. Y esto no hace de la obra una novela feminista, en modo alguno. Por otro la lado, la repentina y firme decisión de la protagonista de volverse vegetariana, es apenas el principio de una serie de decisiones y transformaciones radicales, narradas con un simbolismo y una penetración sicológica verdaderamente notables. La vegetariana no es una novela fácil, sino cruenta y dura de leer, que exige del lector una empatía profunda para entender cada una de las decisiones que la protagonista asume hasta un final que no deja indemne a nadie. Una novela hermosa construida con imágenes grotescas.
A diferencia de la anterior, La clase de griego es una novela más fácil de leer, y con fácil no me refiero a la dificultad de su lectura sino a la belleza de la historia, a la delicadeza con que está escrita y las lecciones o mensajes que deja sobre la soledad, la violencia, el lenguaje, las pérdidas que nos marcan para siempre de un modo doloroso o violento o sobre la muerte misma. Escrita con un virtuosismo técnico que denota su talento como novelista, los saltos temporales en la historia ayudan a conocer cada uno de los eventos que constituyen la historia personal de los dos protagonistas sin nombre que los han llevado al instante mismo, al tiempo de la narración que la autora sabe presentar a la perfección. En definitiva, una obra de una profunda e íntima sensibilidad que raya en lo majestuoso.
Una buena noticia para cerrar este comentario: ya están en librerías de Lima dos nuevos títulos de Kang: Imposible decir adiós (que se edita por primera vez en español) y Actos humanos, dos títulos que están considerados los más políticos de la autora. En cuanto les hayamos hincado el diente, les contamos más sobre ellos.
¡Qué tengan buenas lecturas!
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