El mundo de las redes sociales sigue siendo un terreno sin explorar. O en el mejor de los casos, uno aún indefinido para personas como yo que provenimos del universo analógico, nos adaptamos a él por necesidad y, sin embargo, siempre nos sorprende con algún episodio que nos hace cuestionar exactamente qué estamos haciendo. No tanto si lo hacemos bien o no, sino qué es lo que hacemos.
Ayer, la cuenta de Twitter de El vicio impune alcanzó, promediando las 7 de la noche, los 10.000 seguidores, algo para lo cual le faltaban unas 30 a 40 personas cerca del mediodía, momento en que publiqué un HILO sobre 15 novelas distópicas. Luego convertí puerilmente ese hilo en una carta. A las 7, cuando llegamos a esa cifra cabalística, lo compartí en el mismo TW y en mis otras redes sociales. Luego escribí un par de tuits más, apagué la máquina, leí un poco antes de dormir y hasta el día siguiente. Hoy, al despertarme temprano, tenía 2.000 nuevos seguidores; y al promediar el mediodía, exactamente 24 horas después de haber publicado el hilo en cuestión, la cifra de seguidores era de 16.000. Al momento de escribir esta carta, poco más de 24 horas después de haber alcanzado los 10.000 seguidores, superó los 19.000. Casi el doble del número que teníamos el día anterior.
Pero los números más sorprendentes son los que tienen que ver con el HILO mismo, con la recomendación de las 15 novelas distópicas. Este ha recibido más de 54.000 Me gusta, lo han compartido más de 15.000 veces y ha generado más de 700 comentarios (una ‘conversación’ imposible, apenas si he podido contestar algunos).
No hago este recuento como un alarde de vanidad, sino para reflexionar sobre dos asuntos (en realidad, tres) puntuales que lo ocurrido suscita, sobre lo que esos números representan.
En primer lugar, el alcance que lo viral puede significar. Es decir, como señala Jorge Carrión, si más tuits o hilos como este lo que buscan es solo ser tendencia antes que cultura. ¿Aspiramos, con esos números inesperados, a que nos viralicen o a que nos lean? Les puedo asegurar que no. Porque si algo hemos aprendido del ecosistema mediático en el que nos desenvolvemos, en el que compartimos nuestras cartas (nuestros contenidos), es que si algo hay más efímero y precario eso es el ser tendencia de algo, de lo que sea. La intensidad con la que explota lo viral, señala Carrión, es tan alta como la velocidad con la que se apaga. Ayer, refiriéndonos a una de las obras recomendadas (Qualityland, de Marc-Uwe Kling), decíamos que la más estúpida de las invenciones del hipercapitalismo de nuestro tiempo era el algoritmo de selección, ese por el que tanto se desviven los influencer (“la dimensión humana de los algoritmos”). Nos negamos a ello.
En segundo lugar, y pese a lo dicho, la lección que deja lo ocurrido es enorme y valiosa para los objetivos de este sitio: el manejo adecuado de nuestras redes sociales. Como dije, soy alguien del universo analógico que se sigue adaptando a este mundo en constante cambio que es el digital. Lo que uno aprendió ayer, hoy es, como dice la canción, periódico de ayer. Entender la lógica de cómo funciona cada red (y dentro de estas, a sus usuarios) resulta fundamental. O se aprende rápido o se pierde instantáneamente, como yo ayer. Ahora sé que debí tuitear solo la lista de títulos, y ahí mismo indicar que para leer las reseñas o comentarios tendrían que dirigirse la carta respectiva en este sitio. De ese modo, el tráfico que genera el hilo es el que me interesa traer hacia estas cartas.
Un tercer asunto, si cabe mencionarlo, es el que tiene que ver con las librerías y editoriales. Cuando publiqué el hilo sabía que algún interés podía despertar en las personas con auténtico afán lector, esas que siempre están buscando nuevas lecturas (yo conozco a varias). Por eso, luego de compartir la carta en las redes sociales, escribí otro post en el que decía que todos los títulos mencionados estaban sin enlazar, que me escribieran si a alguien le interesaba que enlazara los títulos de los libros recomendados con sus catálogos. Hasta ahora solo he escuchado el sonido de los grillos. Supongo que ellos, como yo, no sospecharon el alcance masivo que tendría ese hilo. Ahora lo saben. Y yo también.
¡Que tenga buenas lecturas!
Felicitaciones!! y gracias por las buenas lecturas