Mis 25 novelas históricas favoritas (#176)
Primera de tres entregas sobre uno de nuestros géneros favoritos.
Leo novelas históricas desde que tengo uso de razón, me acompañaron buena parte de mi adolescencia y, en el fondo, creo que fueron el motivo principal de que eligiera estudiar Historia y no Literatura cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria. No es por presumir sino para remarcar lo anterior que creo haber leído cientos de ellas en mi casi medio siglo de existencia como lector. De entre esos centenares de títulos he escogido 25 de ellas que se encuentran entre mis favoritas por una diversidad de razones que explico más abajo. Pero antes de hacerlo, me gustaría hacer algunas precisiones sobre mi selección para evitar malentendidos o juicios apresurados (los famosos ‘falta’).
La principal de ellas es que se trata de una selección estrictamente personal, en modo alguno de una lista canónica; es una selección que responde a mis gustos personales y por eso mismo es ecléctica, diversa y, como toda selección, discutible. Para elegir los 25 títulos tomé en cuenta lo siguiente: solo un título por autor, por ningún motivo títulos comerciales y tampoco obras que formen parte de sagas (lo que explicaría la ausencia de algunos autores), ya que estas merecen su propio listado. Huelga decir que el comentario que acompaña a cada libro es, en sí mismo, la explicación de su elección. Las que quedaron fuera forman parte de los dos listados siguientes. Además, como suelo decir, en este tipo de listas acotar es la clave: no se puede recomendar todo y tampoco resultan muy funcionales o prácticas listas de 50 o 100 títulos que difícilmente alguien podrá seguir el paso.
1. Ivanhoe (1819), de Walter Scott. Imposible hacer una lista como la presente y no incluir al creador de la Novela Histórica moderna, el que definió sus características. Yo hubiera preferido Waverley o Rob Roy, pero es con Ivanhoe que Scott alcanza todo su arte y dominio.
2. Guerra y paz (1869), de Lev Tolstói. Es, como quería su autor, la Ilíada de nuestro tiempo. Una obra grandiosa y grandilocuente como pocas veces se ha escrito. Todo en ella es asombroso: el escenario histórico y social que reconstruye al detalle, el enhebrado magistral de las historias de cinco familias que confluyen en una gran historia, el dominio absoluto sobre la psicología y personalidad de los más de 500 personajes, el aliento épico que le insufla al suceso más banal. Todo lector que se precie a sí mismo como tal debería leerla al menos una vez en la vida.
3. Los virreyes (1894), de Federico De Roberto. Leonardo Sciascia ha dicho de ella que es una novela ‘bien hecha’, y se queda corto. Es un documento literario y político como existen pocos sobre el siglo XIX italiano y de su proceso de unificación que significó la ruina o el declive de su aristocracia. Una obra maestra.
4. La marcha Radetzky (1932), de Joseph Roth. Pocas novelas como esta, antes y después de ella, han recreado con tanta exactitud y vigor el fin de una época, la desaparición de un mundo y sus valores cediendo ante el surgimiento de otro. Mario Vagas Llosa ha dicho que es "la mejor novela política del siglo XX", y no le falta razón.
5. Yo, Claudio (1934), de Robert Graves. A Graves se le acusó de casi plagiar a Suetonio para escribir esta novela. Quienes lo afirmaron no entendieron que lo que hacía era recrear no un libro sino una civilización, un espíritu colectivo encarnando en el emperador rengo, con la misma lograda verosimilitud del historiador romano.
6. La muerte de Virgilio (1945), de Hermann Broch. Hay en esta novela algo que fascina a muchos y aleja a otros tantos. Pero la densidad de sus páginas, la profundidad de sus diálogos, el lento transcurrir de la trama encierran una visión de la vida y el arte que quedan imperecederos en quienes la leen.
7. Memorias de Adriano (1951), de Marguerite Yourcenar. Definitivamente, la novela histórica que elevó el género a la categoría de obra de arte y que redefinió, en muchos sentidos, el género. Yourcenar lo que logró con ella fue dejarle la valla muy alta a todo aquel que se propusiera escribir una novela histórica. Una en serio, se entiende.
8. De noche, bajo el puente de Piedra (1953), de Leo Perutz. Considerada como una de las mejores novelas históricas de la literatura universal, esta obra aúna magistralmente dos géneros literarios aparentemente antagónicos: el histórico y el fantástico. Por eso la admiraba tanto Borges.
9. Bomarzo (1962), de Manuel Mujica Láinez. Dudé mucho si incluir esta novela o El Siglo de las Luces de Carpentier. Me decidí por Bomarzo para romper ese estigma de novela de la que todos hablan y pocos han leído. Lo cual es una injusticia porque es una novela extraordinaria.
10. El nombre de la Rosa (1980), de Umberto Eco. La novela que inauguró soberbiamente el subgénero del thriller histórico y que otros han pervertido hasta estropearlo. Con todo, se trata de una novela histórica que ha influido de un modo planetario, global, y que revitalizó el género.
11. Lincoln (1984), de Gore Vidal. Otro autor que me hizo dudar cuál de todas sus obras incluir aquí. Si me decidí por esta es porque ella es la más madura y lograda de todas, donde no se reserva nada sobre el protagonista sin caer en la desmitificación gratuita o la hagiografía descarada.
12. Noticias del Imperio (1987), de Fernando Del Paso. La novela histórica latinoamericana más ambiciosa y mejor lograda de todas. Una novela que, aparentemente, parece sencilla, pero es sumamente compleja por el conjunto de puntos de vista, tiempos y discursos sobre los que está edificada.
13. El Puente de Alcántara (1988), de Frank Baer. Una novela que cuando se lee no se olvida, porque entraña el retrato, la reconstrucción más lirica como exacta de una España medieval y multicultural como pocas veces se ha escrito. Esta es Literatura (e Historia) con mayúsculas.
14. El primer hombre de Roma (1990), de Collen McCullough. Un ejemplo de novela histórica en donde, como en Jurassic Park, la secuencia de ADN faltante para completar la cadena, es reemplazada con ADN de ranas. Aquí, la rana es la excesiva imaginación de la autora como los apéndices que la acompañan. Con todo, una novela estupenda.
15. La gesta del marrano (1991), de Marcos Aguinis. La novela histórica más bellamente escrita del grupo y la que mejor recrea la época y el espíritu que narra (la América del siglo XVII). Leyéndola uno se siente verdaderamente transportado a ese mundo de discriminación y represión religiosa.
16. La gran marcha (2005), de E. L. Doctorow. Siempre digo que es la novela que todo historiador debería leer para aprender o entender cómo se cuenta la historia. Todo en ella es perfecto: la narración, la ambientación, el diseño de personajes y, sobre todo, el rigor histórico. Es una de las grandes novelas históricas del siglo XX y la más importante de la literatura estadounidense.
17. Las benévolas (2006), de Jonathan Littell. Una novela que cuesta leer y más aún acabar, ya que nos cuenta en primera persona todo la brutalidad e inhumanidad de la que es capaz el hombre. Si bien es una obra de ficción sobre la Segunda Guerra Mundial, no deja de ser un abominable testimonio de parte sobre el aspecto más vergonzoso de esa guerra.
18. Un día de cólera (2007), de Arturo Pérez-Reverte. ¿Por qué elegí esta novela y no Sidi, mi preferida? Por la sencilla razón de que aquí Pérez-Reverte logra la novela histórica perfecta. Una novela coral, sin protagonista definido, excelentemente documentada sin que se note ello y maravillosamente escrita. Un librazo.
19. HHhH (2009), de Laurent Binet. La novela histórica que reflexiona, mientras se escribe, en qué consiste una novela histórica. Un artefacto literario inteligente y bien construido que cuestiona la documentación que utiliza para escribirla, cuestionamiento que, en sí mismo, constituye la propia novela. Otro librazo.
20. El espía del Inca (2012), de Rafael Dumett. Hemos tenido que esperar hasta iniciado el siglo XXI para contar con una novela histórica a la altura de las más grandes del siglo pasado. La caída del imperio Inca ha encontrado en esta épica moderna su mejor narración. Tardará mucho en ser superada.
21. Peste & Cólera (2012), de Patrick Deville. Los tiempos recientes nos han permitido conocer nuevos formatos y maneras de encarar una novela histórica. Las de Deville son un perfecto ejemplo de ello, y en particular ésta que es una muy representativa de las llamadas 'novelas sin ficción'.
22. El ferrocarril subterráneo (2016), de Colson Whitehead. La mirada que ofrece esta novela del mundo de la esclavitud y los esclavizados es una completamente renovada a la conocida en décadas de obras altruistas que, pese a ello, no reflejaban la cruel realidad como lo hace ésta.
23. El orden del día (2017), de Éric Vuillard. Otro renovador de la novela histórica. Cualquiera de sus títulos hubiera podido figurar aquí. Si elegí este es porque es el que lo dio a conocer mundialmente. La demostración de que no se necesitan cientos de páginas para lograr una obra maestra.
24. Lincoln en el bardo (2017), de George Saunders. No hay que saber mucho de historia de los EE.UU. o de literatura para apreciar las altas cualidades de una novela como esta, su espíritu renovador y el afán de contar una historia de un modo tan original como respetuosa por el dolor ajeno.
25. M. El hijo del siglo (2018), de Antonio Scurati. El último de una lista de renovadores de la novela histórica que he leído con placer y asombro. En esta obra, la primera de una trilogía, Scurati recurre a todo tipo de fuentes y géneros para contar la historia del surgimiento del fascismo y lo que logra es una obra maestra.
¡Qué tengan buenas lecturas!