Toda persona que haya escrito o editado un libro (incluso un sencillo artículo para una revista especializada o para un periódico) sabe de sobra que menuda tarea es encontrarle el título adecuado para él, uno que refleje o resuma en un par de palabras el espíritu de este. El que acaba de publicar Marcial Rubio Correa (Lima: Fondo Editorial PUCP) es el perfecto ejemplo de lo que digo. No hay título que transmita o exprese mejor las ideas, sentimientos, frustraciones y esperanzas que nos inspira nuestro primer Poder del Estado que la pregunta de su título.
En ¿Qué hacer con el Congreso de la República?, Rubio Correa no solo se dedica a hacer lo que todos hacen; es decir, a criticar y no ofrecer propuestas, sino que desde las primeras páginas propone soluciones, o analizan las que proponen otros. El suyo es un ejercicio de análisis hecho con la paciencia de un entomólogo y la sabiduría de quien lleva décadas estudiando nuestro sistema judicial y legal, ha formado generaciones de juristas y abogados y publicado lo suficiente para saber que el desastre político e institucional actual que llamamos Congreso tiene arreglo, una solución, si nos lo proponemos seriamente. Y en esto radica el auténtico valor de este libro. Ahora que está tan de moda hablar de un ‘Periodismo de soluciones’, les propongo que hablemos de un ‘Derecho’ o de una ‘Política de soluciones’, como las que aquí plantea Rubio.
La apretada síntesis del proceso político peruano de los últimos años que, a título de Introducción precede al estudio, advierte a todos que no estamos ante un trabajo académico más o uno que solo servirá para engrosar los estantes de las bibliotecas. No. Lo que este trabajo representa es, ante todo no solo una explicación de qué funciona mal en este poder del Estado, sino por qué. Y ese es otro mérito del libro. Cualquiera que lo lea se percatará que son trabajos como este lo que convierten en moco de pavo muchos otros análisis de cientistas políticos que se deshacen en galimatías lingüísticos sin arribar a ningún lado, sin proponer nada concreto o en todo caso no pasan de ser una pirueta verbal. Y lo hace con claridad y, fundamentalmente, honestidad. Honestidad para apuntar a las cosas que el Congreso, con su actual organización y concepción, hace mal, por duplicado o innecesario. Y que su principal tarea, que es la de hacer leyes, legislar, es la que menos cumple. Las razones y anomalías que este embrollo produce son el fundamento de sus páginas. Y en la línea de razonamiento de todo esto, el último capítulo, tal vez el más importante aporte de este importante libro, señala y propone el texto de los artículos de la Constitución que deben ser modificados para que el Congreso recupere la función para la cual existe y la efectividad que se espera de él. Es lo que uno concluye de la clara exposición que encontramos en sus páginas: que todo este estropicio tiene solución.
Hay algo que debemos corregir al referirnos al Congreso de la República, llamarlo primer poder del Estado, porque no lo es, son tres poderes que equilibran el poder otorgado por la nación. Por otra parte, gracias por la recomendación.