Los diez clásicos juveniles para leer y regalar esta Navidad (#211)
Diez obras que todos hemos disfrutado y amado en nuestra juventud y que las nuevas generaciones deberían igualmente conocer y amar.
He seleccionado aquí cinco obras clásicas juveniles que podríamos considerar sencillas de leer (pese a la extensión de algunas de ellas) por nuestros jóvenes, y otras cinco con un grado más de dificultad que les permita crecer como lectores.
1. Las mil y una noches (Anónimo). Hay múltiples ediciones (en versiones resumidas o completas) de este maravilloso libro que es, a la vez, muchos libros. Uno que toda persona, alguna vez en su vida y especialmente en su juventud, debería leer indefectiblemente.
2. El conde de Montecristo (1845), de Alexandre Dumas. Dumas podría haber escrito solo esta obra, y aun así habría alcanzado la inmortalidad. Felizmente, escribió muchas más. El Conde de Montecristo es la mejor de todas. La expresión máxima de su arte narrativo y la suma completa de toda la humanidad. Una obra maestra.
3. El prisionero de Zenda (1894), de Anthony Hope. La novela de capa y espada, de aventuras por antonomasia. No hay otra obra que se le compare y que logre los diálogos o frases que logra esta («El cielo no siempre hace reyes a quienes más lo merecen»). Una obrita que todos, en especial los jóvenes, deberían leer una vez en la vida.
4. Scaramouche (1921), de Rafael Sabatini. Emocionante, trepidante, incluso didáctica si nos atenemos a la época en que se ubica y que no es otra que la Francia prerrevolucionaria y de la que nos da pistas de lo que se viene como un excelente libro de historia mientras sus protagonistas se baten en duelo. Una delicia.
5. La pimpinela escarlata (1905), de Emma Orczy. No existe héroe de novela más afectado, vanidoso, frívolo, osado y valiente que el protagonista de esta obra que arriesga su propia vida para rescatar, de las manos de los sanguinarios revolucionarios franceses, a los aristócratas franceses caídos en desgracia. Es uno de los mayores héroes literarios de mi juventud.
6. El gran Meaulnes (1913), de H. Alain-Fournier. En la gran tradición de novelas de aprendizaje, esta es la primera que deberían leer nuestros hijos. Decididamente. A simple vista, se trata de la historia de un amor frustrado, pero la profundidad con que trata el tema trasciende el tema.
7. Siddhartha (1922), de Hermann Hesse. ¿Siddhartha? ¿Demian? ¿El lobo estepario? ¿Qué libro de Hesse recomendar a un joven? Escogí el primero porque, aunque la novela es una alegoría de Buda, tras leer la biografía de este de Karen Armstrong quedé más maravillado de su personaje.
8. Mario, el epicúreo (1885), de Walter Pater. Un libro que, inexplicablemente, no se reedita como debiera (hay una edición inhallable en Valdemar). En una época convulsa y de grandes transformaciones en el Imperio romano, el joven sensible que se educa entre libros y mentores filósofos puede ser cualquiera de nuestros hijos.
9. Los inocentes (1961), de Oswaldo Reynoso. Un auténtico clásico peruano. Y la novela juvenil peruana que le habla a sus lectores en su propio lenguaje y sobre sus propios y más acuciantes problemas. Un libro sencillamente hermoso.
10. Mendel el de los libros (1929), de Stefan Zweig. Otro autor del que es difícil escoger uno de sus libros para recomendar cuando todos ellos son maravillosos. Elegí este, que es una pequeña obra maestra, porque pone de manifiesto el antisemitismo en Europa mucho antes de que se manifestara la locura genocida de los nazis, sus hondas raíces históricas.
¡Qué tengan buenas lecturas!
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