Escalera interior, de Almudena Grandes (#245)
Resulta poco menos que curioso, hasta temerario, afirmar que el libro que reúne sus artículos periodísticos pueda terminar opacando a sus grandes novelas.
Escribir un artículo periodístico es una de las cosas más difíciles que existen en el mundo, y escribir uno bueno lo es todavía más. Generalmente, la media de extensión es de 600 palabras, pero los hay con menos o más palabras, y en la actualidad resultan una mezcla de géneros (como los famosos articuentos de Millas), pero sean cual sean los recursos, técnicas o medios que utilice el articulista para hacer llegar su mensaje al lector, lo cierto es que éste sabe que está ante un artículo de opinión cuando lo lee, lo recorta y lo guarda como quien guarda el recuerdo, el testimonio de un instante de gracia, revelación o simple felicidad.
Porque hay que decir que muchos de ellos se escribieron inspirados por una circunstancia, una sensación o sentimiento o una imagen imborrables, pero fugaces; y, sin embargo, resultaron, tal vez sin proponérselo, impregnados de una vocación de permanencia, casi de eternidad. Yo, por ejemplo, aún recuerdo líneas enteras de los artículos que Cercas dedica a la vocación literaria, siento la misma frustración y enojo (otra vez) cuando recuerdo el que Pérez-Reverte escribe contra la clase política que nos ha robado la esperanza. O recomiendo Un odio que atraviesa las paredes, tal vez el mejor articuento de Millas, como una forma de ahorrarme consejos de escritura.
Una forma de asegurar que estos textos brillantes que hoy son la noticia o el comentario del día y mañana solo servirán para envolver el pescado que nos traen del mercado, es la reunión de ellos en publicaciones como la que acaba de hacer Tusquets de los artículos que Almudena Grandes publicaba en El País. Es, de los escritores o escritoras que leo, la que faltaba ver reunida su 'producción periodística' en un libro. Así que, desde cualquier punto de vista, opinión o parecer, la publicación de Escalera interior es motivo de fiesta, de celebración, de reencuentro con la autora de Malena es un nombre de tango.
Grandes escribía sus artículos de un modo tan personal que no los escribía para la legión de lectores de El País, sino de un modo íntimo y hasta confidencial para cada uno de ellos, como si nos hablara a cada uno de nosotros. Aún asoma (o vuelve a hacerlo, porque lo he vuelto a leer en este libro) una lágrima luego de leer la historia del abuelo escritor de Cuento de Navidad porque esa historia es la mía propia o la de ciertos amigos escritores que, vencidos por las responsabilidades y obligaciones familiares, aparcaron su vocación literaria para cumplir con las tareas del trabajo que paga las cuentas. Comprendo, ahora que lo he vuelto a leer, que los más de sesenta libros que regalé a mis alumnos el año pasado no fue tanto porque esperaban en sus estantes por un lector, ¡por muchos lectores!, después de que yo diera cuenta de ellos, sino por el eco lejano y convincente de la historia que cuenta en El milagro de La Nueva Gloria. Y sé, ahora con más convicción que nunca luego de leer por enésima vez La historia de un hombre admirable, que el trabajo y sacrificio desinteresado que algunos héroes anónimos hacen por los demás, como decía Máximo, resuena en la eternidad.
Resulta poco menos que curioso, hasta temerario, afirmar que el mejor libro que he leído de Almudena Grandes sea este que reúne sus artículos periodísticos, que haya terminado opacando a sus grandes novelas. Tal vez porque soy periodista y conozco el valor inmenso de un texto breve, bien escrito y que conmueve las más secretas fibras de tu ser.
¡Qué tengan buenas lecturas!
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