Ser o no ser viejo (#272)
Luis Pásara (ed.): Ser viejo. Testimonios y reflexiones en primera persona (Lima: Fondo Editorial PUCP, 2025).
No encuentro mejor manera de referirme a Ser viejo. Testimonios y reflexiones en primera persona, de Luis Pásara, que utilizando una expresión poco académica y menos aún periodística: se trata de un libro hermoso, entrañable, uno que te estruja el corazón por la sinceridad y honestidad con que han escrito cada uno de los 25 autores que participaron en él. Decir de este libro que es un librazo es como afirmar que García Márquez sabía escribir: la constatación de lo obvio. Un libro que leí de un tirón, sobrecogido por algunos textos (como el extraordinario que firma Rafo León) que los he leído hasta dos veces.
De los muchos libros colectivos que en los últimos años ha publicado Luis Pásara —en los que ha llegado a ser un editor experto—, este es, con seguridad, el mejor de ellos. Definitivamente. Uno cuya lectura no solo tiene la virtud de sacudir las fibras más íntimas del lector, sino, también, de reconciliarlo consigo mismo si ha recorrido la mitad del camino de la vida al que aludía Dante. En ese sentido, resulta inevitable, en libros de esta naturaleza, encontrarse con uno que otro texto que es inferior al resto o, en el mejor de los casos, desentona en el conjunto, pero aquí estamos ante 25 testimonios que se leen como si fueran uno solo, un disfrute total de la primera a la última de sus páginas. Por supuesto, hay algunos que se quedarán en la memoria de uno durante mucho tiempo, como el citado de Rafo León o el de Moisés Lemlij, pero en general es un libro que tiene el mérito de ofrecer una mirada sabia, reposada y serena sobre la vejez como seguramente tardaremos mucho en volver a leer. Si acaso.
Tengo 60 años recién cumplidos, he pasado por la experiencia de no conseguir trabajo en lo que me gusta, el periodismo, desde los 50 por mi edad (en una ocasión, al llegar a una entrevista laboral, el encargado ni siquiera se tomó la molestia de iniciarla: “uy, lo sentimos, pensamos que era alguien más joven”); sentir las molestias típicas de un cuerpo que ya resiente el paso de los años y soportar las insufribles prohibiciones de todo tipo (desde ciertas comidas —para mí, tan necesarias como el aire— hasta algunas manías) que médicos y amigos me hacen, y si algo me ha reconciliado conmigo mismo, como decía, con esos 60 años que hoy celebro tener, ha sido la lectura de este magnífico libro, de este utilísimo libro que no solo los viejos deberían leer, o los que se aproximan a serlo, sino, especialmente aquellos que creen que la vejez no es asunto suyo o que nunca llegarán a serlo. La vejez (que de un modo u otro siempre está a la vuelta de la esquina) de la que habla este libro no es una vejez edulcorada o sublimada. La vejez de la que tratan los 25 testimonios que componen el libro es un estado de gracia que pone a prueba todo lo vivido y para lo que hemos vivido.
Este domingo es Día del Padre, y si pensó en honrar aquello de que el mejor regalo es un libro, aquí tiene una excelente sugerencia. Un regalo que se lo agradecerán grandemente.
¡Qué tengan buenas lecturas!
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